¡Y se hizo la luz! Y pude percibir con claridad lo que ocurría. Y pude comprobar el desatino de mi dolor. Y como por arte de mágia....¡Pufff....! Desapareció. Y pude bucear en mi corazón y darme cuenta que ese corazón que sólo vivía, respiraba, sufría, lloraba o se reía por él, había desaparecido y, en su lugar, se encontraba otro en el cual ya no había amor, ni rabia, ni odio....Solo indiferencia. Indiferencia hacia el hombre que había sido capaz de demostrarme con hechos, lo que yo me había negado a ver con mis ojos.
Pero ahora, soy libre. Me siento libre. Libre para vivir, para amar, para reir, para llorar....Libre para ser yo misma, sin la influencia externa de alguién, que nunca estuvo a mi altura. Y ahora, me lo ha demostrado.
No, no voy a arrepentirme de lo que con él viví. Eso forma parte de mi vida. Eso forma parte de mí como persona. Yo sólo soy una consecuencia de mis experiencias vividas. Y ésta, como muchas otras, espero que me sirvan para aprender más y crecer más como ser humano, como mujer.
Pero ahora, soy libre. Me siento libre. Libre para vivir, para amar, para reir, para llorar....Libre para ser yo misma, sin la influencia externa de alguién, que nunca estuvo a mi altura. Y ahora, me lo ha demostrado.